Soy Roxana Zaldívar
Propietaria y diseñadora de Palomitas. Tengo una carrera en Ingeniería Industrial aplicada al campo de la construcción de Sistemas Eléctricos, soy estudiante de una nueva carrera profesional que estoy por terminar, que es Lingüística Aplicada del Idioma Inglés como lengua extranjera y empresaria.
Me inicie en el arte del bordado a mano a los siete años. En esa época mi abuela, mi madre y mis tías, me sentaban por las tardes a aprender a pegar botones y hacerle los ruedos a los vestidos que ellas confeccionaban y bordaban para mí, ahora entiendo porque hacían eso conmigo, era para tranquilizar y aquietar la desbordante energía que me caracteriza, y la inquietud de estar jugando, corriendo y saltando todo el tiempo con mi amigos.
Les confieso ahora que para fue una especie de castigo y pase en estado de castigo por el resto de mis tardes hasta que me convertí en adolescente y me revele, a mis diecisiete años no quise borda más, sin sospechar que bordar se convertiría en un acto de amor y en un don a través de manos.
Con el tiempo mi abuela Mama Chita, me enseño toda clase de puntadas de bordado a mano, que mi madre y la escuela a la que asistí en mi pueblo Zacatecoluca, reforzaban.
Era parte de mis estudios en primaria y secundaria ya que en las escuelas de mi país El Salvador, era parte de nuestra educación formal y así coma las matemática, las ciencias sociales y naturales, la materia educación estética era obligatoria y si no la pasábamos aplazábamos el año escolar.
Siempre me gane un diez (y un castigo distinto por parte de mi mami) por mis labores bordadas o más bien mi mami se lo ganaba y yo pasaba de grado. Así fue desde primer grado hasta noveno grado.
El tiempo paso, y a mis diecisiete años me fui vivir a San Salvado para estudiar bachillerato al Instituto General Francisco Menéndez y luego a la a la Universidad Católica José Simenon Caña (UCA), a los veintitrés años me casé, formamos una familia y tuvimos tres hermosos hijos: Roxana, Rodolfo y Sofia que ahora son adultos independientes, personas de bien a los que amo con todo mi corazón y que son mi orgullo.
Pues bien, en todos esos años desde mis diecisiete años no volví a tocar una aguja para bordar a mano hasta que fui mama por primera vez a mis veinticuatro años, fui ahí en donde nació mi pasión y amor por el bordado a mano.
¿Porqué les cuento todo esto?
Bueno…lo hago porque he dado un giro importante, en mi pasión y amor por el bordado a mano, este dejo de ser un castigo infantil y se convirtió en mi realización personal, en mi mundo mágico en donde voy cada vez que quiero encontrar paz, felicidad, tranquilidad, y sobre todo cuando quiero dar y sentir amor.
Quiero compartir contigo eso que yo experimento al bordar a mano y que sé que tú también puedes experimentar sobre todo en esta época de encierro por la Pandemia COVID-19.
Quiero enseñarte este arte y que entres a tu propio mundo mágico que experimentes, esas emociones que se sienten al bordar a mano y ver al tener una labor terminada por tus propias manos que te da un sentido de realización que puedas experimentar alegría, amor, paz, tranquilidad, creatividad, relajación y sobre todo la adquisición de una nueva habilidad que te hará sentir valiosa, empoderada, realizada y satisfecha contigo misma al bordar a mano, en donde puedes encontrar una especie de terapia, emocional y laboral.
Todo eso lo puedes conseguir y experimentar al bordar a mano y es lo que quiero compartir con todos los que desean aprender este arte del bordado a mano que es mi pasión y mi realización personal.